Federico Alameda


Autor: Gabriela Alcat

Esta es una historia normal, sobre una persona normal, en una ciudad normal. El nombre de este protagonista es muy normal, Federico Alameda, pero prefiere Fede, así que le llamaremos Fede. Fede seguía una vida normal, con una rutina bastante normal: Fede se levantaba a las 8:00am, se duchaba, se peinaba y se ponía su traje de chaqueta negro con una corbata de rayas, siempre de rayas. Salía a la puerta de su casa a por el periódico y el correo a las 8:30am, se servía su café cortado con tres cucharaditas y media de azúcar moreno, se preparaba una tostada con miel y disfrutaba de ese desayuno mientras leía el periódico. A las 9:00am recogía lo utilizado en el desayuno y salía de su casa hacia el trabajo. Entraba a trabajar a las 9:30am. Después del trabajo llegaba a casa a las 6:00pm, leía durante dos horas y a continuación se preparaba una cena a base de ensalada y fruta tropical, veía a las 9:00pm su serie preferida (C.S.I Miami), y finalmente a las 10:00pm se ponía el pijama y se dormía.

 Llevaba haciendo la misma rutina desde que se independizó a los 45 años. Ahora tiene 54.

Lo único anormal de su vida era su físico (empezando por abajo): su talla de zapatos no superaba el 31 y os preguntareis “¿Eso existe?”, lo mismo me pregunto yo. Sigamos, era paticorto, creo que no superaba el metro diez, su torso, bueno…no entremos en detalles, ¿Habéis visto alguna vez una de esas bolas gigantes que venden en los chinos, que la gente no se la compra, porque…básicamente no entra por la puerta?, bueno…ha quedado bastante claro, así que sigamos, tenía una cabecita diminuta, en la que extrañamente cabía su inmensa papada, y su extravagante barbilla, resumiendo, no pasaba desapercibida. Tenía una calva compuesta únicamente por cuatro pelos. Pero eso no es todo, nos quedan los dos últimos detalles: sus gafas de culo de vaso y el andar de un pingüino, tambaleándose de lado a lado.

Hasta que el día menos pensado su vida cambió por completo…

Todo empezó un martes trece, cuando salió a recoger el periódico notó algo muy extraño, el periódico estaba 11,34mm más lejos de lo habitual, unos milímetros más lejos de su puerta. Fede salió muy despacio de su casa y notó una suave brisa, luego un viento cada vez más fuerte que consiguió cerrar la puerta, dejándole fuera sin sus llaves. Entonces decidió escalar por la parte de atrás, y hacer el viejo truco de entrar por la chimenea. Le costó bastante escalar debido a su gran peso pero al cabo de una hora logró llegar al tejado. Sudando se quitó la camisa y en ese momento pasaba por allí una vecina, una adorable anciana que al ver a un hombre sin camiseta en el tejado se santiguó y se desmayó. Fede pensó bajar a ayudarla, pero con lo que le había costado subir prefirió entrar en su casa antes y luego recogerla del suelo “no pasa nada por que espere diez minutos” pensó Fede jadeando.

Primero metió un pie en la chimenea, luego el otro, pero en ese momento se quedó atascado, no podía entrar ni salir. Le dio una insolación y se desmayó.

Al cabo de una hora Fede despertó con un excremento de paloma cayendo por su cara. A Fede le daban muchísimo asco las palomas, y sus excrementos ya… ni te cuento, así que se puso muy nervioso, gritó y se movió todo lo que pudo hasta que la chimenea crujió y Fede cayó al suelo. Al llegar abajo se desmayó de nuevo, esta vez no tengo ni idea de porqué, sólo sé que se desmayó.

Ring, ring, ring, ring, este es el contestador automático de Federico, Fede para los amigos, deje su mensaje después de la señal… piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

“¡Federico Alameda, como no acudas al trabajo en menos de diez minutos, estás despedido!”

En ese momento, Fede ya despierto y habiendo oído el mensaje, cogió las llaves del coche, salió marcha atrás del garaje y…¡¡pum!!...había atropellado algo. En ese preciso momento se acordó de su vecina que aún debía seguir inconsciente. Salió corriendo del coche con el corazón a cien y cuando vio lo que había sucedido volvió a desmayarse. Todos os habréis imaginado lo que atropelló Fede ¿no?....pues ninguno de vosotros habrá acertado. Lo que había debajo del Ford Fiesta azul de Federico Alameda, no era la anciana si no una paloma…y os preguntaréis ¿por qué se desmayó entonces?, pues por tres razones muy simples, porque no hay nada que le de más asco que las palomas, por el alivio de no haber atropellado a aquella pobre anciana y por la desesperación de que ya no llegaba al trabajo e iba a ser despedido.

Fede ya nunca más seguiría una rutina.

Ten mucho cuidado, porque tu vida puede cambiar debido a unos simples 11,34mm…

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